Dama De Azul, Luis Enrique Ascoy (acordes)

Autor: Anónimo | 46294 visualizaciones

dososfasoslamiresi


La               Re         Mi
El Ángel del señor la visitó
        La             
Señora mía, le dijo:
Re                Mi           La   
“alégrate llena de gracia divina”
    Do#         Fa#            
le trajo una buena noticia,
        Do#           Fa#
que sería madre del Mesías.
       Re              La
Y usted con cándida osadía,
        Re             Fa#
le preguntó cómo sería
  Si            Re      Mi 
si a ningún hombre conocía.
La                    Re
Quizás no era oportuno 
         Mi
el preguntar
 La                     Re
Señora mía, ni Dios detuvo
    Mi           La
curiosidad femenina,
      Do#           Fa#
por una frase parecida,
     Do#             Fa#
dejaron mudo a Zacarías.
     Re                  La
Pero en su caso quién diría,
    
  Re                  Fa#   
Dios no se ofende ni se irrita
  Si           Re        Mi
incluso todo se lo explica.
   La     Mi
Dama de Azul,
 Fa#     Mi                 La
esclava más humilde del Señor
   Do#                    Re
que lo consigue todo con amor,
                Fa#
y eso que no habla
             Re
muchas palabras
                                                      La
siendo una mujer eso es una hazaña,
                  Re 
más aun si quiere ser abogada
             Mi
de un servidor...

       La Mi
Dama de Azul,
  Fa#    Mi                Fa#
esclava más humilde del Señor,
Do#                          Re
tu que lo consigues todo con amor,
               Fa#
y es que siempre amas,
    Re                      Fa#
sin pedir nada siendo una madre
          Re
solo me extraña
        La            
más aun se ofrece a ser 
    Re                   Mi
nuestra aliada en la oración..
Dama de Azul...
*Recuerda cuando el vino se acabó,
Señora mía, y le pidió a Jesús
intervenir aquel día...Él dijo:
“mujer todavía; no es mi hora,
no insistas”,
y mientras lo repetía,
usted a los criados pedía
que hagan todo lo que él les diga.
*Quizás no era oportuna la ocasión
Señora mía, más ni él pudo 
con su tenacidad femenina.
Y aunque Jesús no lo quería,
era Mamá quién insistía
con una voz y una sonrisa,
seguro que usted ya sabía
que él iba ha hacer lo que pedía.





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